Todos los pueblos y ciudades de Asturias tienen en sus proximidades un bosque, lugar ideal para huir de los calores veraniegos. Éste, de la "Ruta de los cabornos", está situado en Campiellos (Sobrescobio) en las proximidades del Embalse de Rioseco, dentro del Parque Natural de Redes. Dicho pantano se puede contemplar utilizando un sendero accesible, adaptado para el uso por personas con movilidad reducida, conocido como "Camín del Rebollal".
En la "Ruta de los cabornos", caminamos entre castaños centenarios, robles y acebos, disfrutando de la magia del bosque y de su frondosidad. Es una ruta que no ofrece dificultad, corta y muy vistosa: genial para realizarla en familia.
El Principado de Asturias cuenta con la mayor superficie de castaños de España puesto que el castaño fue uno de los principales cultivos forestales de Asturias por su importancia para la economía rural, ya que las castañas, su fruto otoñal, eran esenciales en la alimentación cotidiana de los asturianos para elaborar potajes, harinas y postres. Además, los restos servían para dar de comer al ganado.
Las castañas también fueron esenciales para alimentar a las tropas romanas y a los esclavos durante la invasión romana de Asturias.
En la foto inferior observamos un majestuoso "cabornu", castaño viejo centenario de corteza gruesa, rugosa y agrietada, tronco hueco y ramas grandes y retorcidas. Se ahueca porque la lignina se va pudriendo por la acción natural de los hongos y los repetidos tratamientos de poda para la renovación de las copas.
La "corra, corripia o cuerria" es un murete de piedra circular de ½ metro de altura construido en los claros del "castañéu/catañeru" (castañar). En su interior se depositaban las castañas dentro de sus "oricios" (erizos), que eran cogidos con "les morgaces". Aquí, las castañas estaban al abrigo del frío, de la lluvia y de los animales. Cuando la corra se llenaba, las castañas se cubrían con las mismas hojas y ramas de los cabornos, para así mantener la humedad y favorecer su conservación durante unos dos meses, el tiempo necesario para que se abrieran los erizos. Si se hacía esto en las casas o en los hórreos, las castañas se secaban más rápido y quedaban "mayuques" (más secas y duras).
El suelo del "castañeu" está cubierto de "oricios" (cúpulas espinosas que protegen las castañas) y también de las hojas caducas secas de Castanea sativa, que, como podemos apreciar, son hojas lanceoladas, puntiagudas y aserradas.
En el otoño los asturianos solían ir "a la gueta" de las castañas para hacer el "amagüestu", una fiesta en la que las castañas se comen acompañadas de sidra.
Como se puede apreciar en la foto de abajo, la distancia entre los cabornos era grande para que las copas pudieran desarrollarse bien y así dar gran cantidad de frutos. Ahora vemos como han crecido, entre ellos, nuevos árboles.
En estos "castañeros/castañeos" (bosques de castaños) los árboles se injertaban y podaban para favorecer la producción de castañas. Era un injerto de corona: se insertaban las púas justo al borde de la corteza del castaño, donde tiene mayor capacidad de crecimiento, y a más de metro y medio de altura, para evitar que los animales alcanzasen las ramas pero pudiesen pastar debajo, limpiando así de matorral el sotobosque.
Con la llegada de la minería y de la industria a mediados del siglo XIX, el aprovechamiento de los "castañeros/castañeos" pasó a ser más maderero (para peas, postres y vigas). Esto supuso el abandono de los cabornos productores de frutos (castañas).
Las raíces de "las castañales" (castaños) viven en simbiosis con distintos hongos (micorrizas). Las setas, estructuras productores y dispersoras de las esporas de los hongos, son las señales más visibles de esta simbiosis. Pero en los bosques podemos encontrar otras simbiosis fúngicas: los líquenes (asociaciones entre las algas y los hongos). Estas cortezas de de roble cubiertas del líquenes son un buen indicador de la pureza del aire de la zona.
En la foto inferior vemos madera muerta con el hongo Trametes versicolor y líquenes.
Abundantes helechos, auténticos fósiles vivientes, pueblan el suelo del robledal ("Carbayéu") y del "Castañeu", algo muy normal, ya que Asturias es extraordinariamente rica en pteridofitos, fundamentalmente helechos. Lo más característico del esporofito de los helechos son los frondes. En el envés de dichos frondes se producen las esporas que darán lugar a los gametofitos.
Y en el otoño los "carbayos" (robles) se llenan de bellotas.
Entre los robles aparecen avellanos repletos, en otoño, de "carapiellus" de "ablanes" como éstos.
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